Dueño
de mi cuerpo.
Mi
vida pongo en sus manos.
Haga
de mi la mejor de las sumisas!
Sera
suya mi entrega.
Los
gemidos por usted evocados.
Los
lamentos que sus manos provoquen.
Y
sus juegos que mi cuerpo le inspiren…
Todo
en mi le pertenece…
Oh
Señor mio!
Venga
y tomeme, que seré suya por siempre.
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